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Ana Carla Maza: “Hoy estoy cumpliendo cada uno de mis sueños” [ENTREVISTA]
La violonchelista y compositora cubana habla sobre su gira mundial, el poder sanador de la música y el proceso creativo detrás de su aclamado álbum “Caribe Deluxe”.
Por: Marilyn Galván
Publicado el: 18/06/2025
Con una energía arrolladora, una sensibilidad profunda y una visión artística que trasciende fronteras, la violonchelista, cantante y compositora cubana Ana Carla Maza se ha posicionado como una de las voces más singulares de la nueva generación de artistas latinoamericanos. Su propuesta combina virtuosismo clásico con ritmos caribeños, jazz y músicas del mundo, creando un lenguaje propio donde la técnica dialoga con la emoción.
En su más reciente álbum, Caribe Deluxe, Maza explora las raíces culturales del continente con una mirada contemporánea y comprometida. No solo es un viaje sonoro por distintos territorios de América Latina, sino también una declaración de autonomía creativa: desde la composición hasta la producción, Ana Carla lidera cada etapa de su obra con una visión clara y personal.
Actualmente inmersa en su Caribe World Tour, que la ha llevado por escenarios de Europa, Oceanía y América, la artista llegó a Ciudad de México para ofrecer un concierto especial en el Foro La Paz. En este contexto, conversamos con ella sobre el trasfondo emocional y político de su música, los desafíos de la independencia artística y su firme creencia en el poder transformador del arte.
Estás en pleno World Tour, ¿cómo estás viviendo esta experiencia? ¿Cómo te está yendo con la gira hasta ahora?
Sí, exactamente. Estoy súper contenta, muy emocionada, porque realmente dedicarse al arte, a la cultura, a hacer música, es una bendición. Es un trabajo muy bonito, muy honrado, porque se viven muchas emociones. Estoy muy agradecida por todo lo que aprendí en Cuba, por mis raíces cubanas, por mi familia de músicos, que siempre me enseñó el respeto y el amor hacia la música como algo realmente sagrado.
Llevo este arte aprendido en Cuba, estudiado durante muchos años, y luego también en París, en la Sorbona, en la universidad. Han sido muchos años de preparación, de formación, para llegar a esta gira mundial. Mi carrera empezó cuando tenía 10 años. A esa edad hice mis primeros conciertos en el Festival de Jazz de La Habana, el Jazz Plaza.
Y la verdad es que hasta el día de hoy sigo igual de apasionada, creyendo en la música y con mucha emoción, porque se recibe una energía del público, una conexión muy linda. Se vive la alegría, se vive el amor, incluso esas emociones de pasión con el violonchelo, con públicos de diferentes partes del mundo. Así que realmente estoy muy contenta con esta gira. Me encanta.
Algo que me llama mucho la atención es tu energía y la pasión con la que hablas de tu música y de lo que haces. Tú comenzaste con el violonchelo, entonces, ¿cómo logras expresar ahora, a través de las canciones que compones, todo eso que antes comunicabas solo con el instrumento?
Bueno, pues es un viaje, es honrar mis raíces caribeñas, raíces de Cuba. Hay canciones que hablan de la vida, de la filosofía de vida. Por ejemplo, En las primaveras habla de cómo el tiempo pasa, y muchas personas nos preocupamos por eso: celebramos nuestros cumpleaños, pero también decimos “¡Uy, el tiempo pasa!”. Esa canción es una invitación a que las personas amen cada primavera que viven, que la celebren, que la gocen. La vida es incierta, no sabemos lo que va a pasar —como dice la letra—, pero sí sabemos que hay que fiestar, hay que gozar.
Es una filosofía de vida muy presente en la cultura latinoamericana. Creo que nuestra cultura es una cultura de compartir, de celebrar, de estar con los seres queridos. En este caso, la música nos transporta a un momento de relajación y felicidad. Creo que es importante conectar con ese lado creativo y positivo de la vida, que nos ayuda a atravesar incluso los momentos más difíciles.
A través de un tango de Argentina —porque compuse un tango en homenaje a Chola— reflexiono también sobre mi experiencia: después de más de 20 años estudiando música clásica, me di cuenta de que no había obras compuestas por mujeres en el repertorio clásico. Siglos y siglos sin presencia femenina en el repertorio oficial. Yo quería tocar un tango, pero solo tenía referencias de Piazzolla. Entonces pensé: no, voy a componer el tango que quiero tocar. Y sobre todo, hacerlo pensando en las nuevas generaciones: niñas, jóvenes que estén buscando un repertorio nuevo, diferente, innovador, fresco.
Ese tango, al igual que una cumbia de Colombia, un merengue de República Dominicana o un son cubano, para mí son un placer desde el momento creativo en que se componen, hasta llevarlos al escenario y que ustedes puedan escucharlos en el disco. Es muy gratificante poder compartirlo con ustedes.
¿Cuál ha sido lo más desafiante para ti de haber creado Caribe Deluxe?
Lo más desafiante ha sido producir el disco como productora musical. Existe esta idea muy arraigada, tanto en las disqueras como en los medios y en la industria musical en general —donde predominan los hombres—, de que las mujeres latinoamericanas solo ocupan el rol de cantantes. Es algo muy común, estamos acostumbrados a verlo. Ha sido así históricamente: grandes cantantes como Celia Cruz, por ejemplo, han marcado un camino, pero siempre desde el rol de intérprete.
Aún hoy persisten muchos estereotipos hacia las mujeres en la música. Estereotipos que se forman sin conocimiento, sin informarse, simplemente por lo que se ve en la superficie. Incluso aquí en Francia, en Europa, sigue presente la idea de que la mujer solo debe ocupar un rol decorativo o de interpretación, como si fuera solo “algo bonito” o “hermoso de ver”.
Es cierto: las mujeres somos bellas como una flor, pero también somos creadoras, pensadoras, líderes. Somos perfectamente capaces de llevar un proyecto de principio a fin, de guiarlo, de producirlo. Y eso es lo que significa ser productora musical: imaginar y desarrollar una producción desde la A hasta la Z. Llegar al estudio con las partituras, proponer arreglos, dirigir a los músicos. Igual que cuando Quincy Jones producía la música de Michael Jackson —arreglaba todo el sonido, organizaba cada detalle—, así también lo hacemos nosotras, las mujeres productoras.
Antes de lanzar este disco —que luego ganó premios como Best Music y otros reconocimientos en Francia y Mónaco—, muchas personas me dijeron: “Ana, por favor, búscate un productor musical que te produzca el disco”. Pero yo decidí hacerlo por mí misma, porque creo que es importante romper con esos estereotipos. Hay muchas mujeres talentosas que somos capaces de crear, de pensar, de producir, de liderar.
Claro, y tú, cuando estabas en pleno proceso creativo del disco —donde mezclas tantas fusiones y sabores distintos, lo cual lo hace muy rico al escucharlo—, ¿qué tipo de artistas te influyeron o inspiraron durante ese proceso?
Creo que me han influido los grandes artistas de toda la vida, los que han marcado la historia de la música latinoamericana y caribeña, especialmente en Cuba. Me refiero a esos artistas cuya obra ha perdurado durante décadas, incluso después de su fallecimiento. Para mí, ese es el verdadero legado de un artista: poder sostener una carrera de más de 90 años. Imagínate, como Gilberto Gil, que sigue vigente, o Caetano Veloso, Juan Luis Guerra… Cuando pensamos en los grandes de la música latinoamericana, pensamos en quienes han mantenido una carrera sólida hasta la vejez, y más allá. Esos son los artistas que realmente me han inspirado.
Hoy en día, vivimos en una época donde predomina el consumismo: se consume un artista, un éxito, una fama fugaz a los 18 años… y luego desaparece. Pero, para mí, lo que ha marcado mi historia musical son esos artistas que han construido una obra maestra a lo largo de toda una vida.
Desde Mercedes Sosa hasta Violeta Parra, desde Celia Cruz hasta Omara Portuondo, Óscar D’León, el reggae de Bob Marley, Nina Simone… Realmente toda la historia de la música. Incluso la canción francesa y sus grandes cantautores han sido una fuente de inspiración. Son artistas que me han impactado profundamente y que, en algún momento de mi vida, me han acompañado. De manera consciente o inconsciente, su influencia también se refleja en mi música, como una forma de rendir homenaje a mis raíces.
Totalmente cierto, pero ¿tú me puedes decir de todos los conciertos que has estado cuál ha sido el que te ha marcado más, te ha dejado huella y que la gente ha sentido más ese show?
Pues mira, acabo de llegar de Australia y de Nueva Zelanda, y ha sido algo increíble, fuera de lo común… ¡total! Fue como que me explotó la cabeza, jajaja. En cada país el público fue impresionante, pero lo de Australia… wow. Fueron 31 horas de viaje en avión. Tuve que pasar por Qatar, ¡una travesía aérea! El vuelo más largo de mi vida. De hecho, dicen que no hay un trayecto más largo en avión que el que va a Australia: 17 horas seguidas.
Y fue increíble, porque fue literalmente ir al otro lado del mundo. Y la gente, el público, vivió el concierto con tanta emoción… Tanto cuando estuve sola como cuando toqué con la banda. ¡Se subieron todos al escenario a bailar! Lo estaban gozando con solo un chelo y una voz.
Estoy impresionada. Además, había cinco mil personas frente a mí, y se vivió algo muy especial. Después me dejaron mensajes diciéndome que fue el mejor show de todo el festival. Creo que eso se da porque se genera una emoción muy intensa, solo con un chelo y una voz. Es algo que te vuela la cabeza: las posibilidades, la cantidad de emociones que se pueden transmitir con un solo instrumento.
¿Cómo te sentiste al recibir tan buenos comentarios de la gente?
Pues la verdad es que para mí, el público siempre tiene la verdad. En el sentido de que el público nunca miente, porque siempre es muy sincero con lo que siente y con lo que te dice. Y me han tratado con muchísimo cariño en todos los países a los que he ido, y eso lo recibo con mucho amor.
Es importante también saber recibir. A veces, en la vida artística, uno siempre está —como es normal— en constante búsqueda de identidad. En mi caso, esa búsqueda tiene que ver con honrar mis raíces de América Latina, con mi voz, con esa sensibilidad y alegría que me identifican y que también me hacen bien.
La música, tengo que decirlo, me ha ayudado muchísimo a superar momentos difíciles en la vida. Y no solo a mí como artista, sino también, creo, a muchos seres humanos. El arte, la música, nos ayuda a trascender. Nos sostiene en los momentos más oscuros, cuando tocamos fondo, cuando atravesamos situaciones realmente duras. Todos vivimos momentos difíciles, y la música está ahí: para levantarnos, para apoyarnos, para acompañarnos. Es nuestra mejor amiga, esa que nunca nos abandona.
Por eso, recibir el cariño del público es algo muy hermoso para mí, pero también una gran responsabilidad. Me impulsa a superarme, a crecer, tanto como artista como ser humano, para poder dar siempre lo mejor de mí a quienes me apoyan, a quienes confían en mí, a quienes me entregan un pedacito de su corazón.
Y con ese pedacito de corazón que me dan, yo intento siempre devolverles algo: expresarles mi filosofía, mi manera de pensar, lo que voy conociendo y descubriendo a medida que la vida pasa y que yo también voy creciendo.
De todo el álbum de Caribe Deluxe ¿qué canción te parece que representa el espíritu del disco?
Yo creo que el disco representa al Caribe. Es algo muy bonito. El Caribe es alegría de vivir, es enamoramiento, es también apagón, es intensidad. Todo el disco ha sido un momento muy especial. En Caribe también están Las primaveras, que reflejan esa ilusión por la vida; Bahía, o Dayana, que habla de la evolución de una mujer, de un ser humano que vivió momentos muy difíciles y que pudo sacar su voz.
“Porque hay una voz que te está llamando”… esa voz que nace desde dentro. Es una invitación a las personas, para que, cuando atraviesen momentos difíciles, escuchen el GPS interior de su corazón y de su cuerpo. Nuestro cuerpo nos habla, nos guía, nos dice: “es por aquí”, “es por allá”. Pero muchas veces estamos más atentos al GPS del coche que al GPS de nuestro propio corazón. Por eso creo que Dayana es una canción muy importante.
También lo es Caribe, Las primaveras, y la Cumbia en vivo, que tiene algo muy especial porque se escucha al público, y llevar eso a los escenarios es hermoso. Una cosa es el disco, y otra muy distinta es la emoción que se vive en directo.
Haber compuesto este disco y haberlo sacado desde lo más profundo de mi experiencia, con toda la sinceridad del mundo, me parece algo muy bonito. Y además, ya se viene el próximo disco, así que también estoy trabajando en eso.
Actualmente, ¿En qué punto de carrera sientes que te encuentras?
Pues mira, ahora voy a celebrar este 5 de julio tocando en las Arenas de Francia, en uno de los festivales más importantes del país. Hay como tres grandes festivales, y este se llama Festival de Vienne, que se realiza en unas arenas con capacidad para 7,000 o 7,500 personas. Es un lugar enorme.
Hace 10 años toqué por primera vez en ese festival, pero en un escenario más pequeño. Y fue justo esa noche cuando conocí a Sting. Él se presentaba en las Arenas, y un músico que me acompañaba en ese momento —que ya lo conocía— me lo presentó. Tengo una foto con él. Escucho a Sting desde que era niña, desde los cuatro años. Mis padres siempre ponían su música en casa.
Y ahora, con 29 años, voy a presentarme en ese mismo escenario el próximo 5 de julio. Para mí es un sueño hecho realidad. En estos 10 años no he parado de trabajar ni un solo día. Ha sido un esfuerzo constante, un compromiso diario con el arte, con la calidad. Y tocar en esas arenas es una gran alegría, como lo es cada concierto. Estoy profundamente agradecida.
Si hay algo que me ha ayudado, ha sido la perseverancia: creer, soñar. Siempre digo que hay que soñar, porque los sueños se hacen realidad. Hoy estoy cumpliendo cada uno de los míos.
También ha sido fundamental el apoyo de mi familia y de mi equipo de trabajo, que somos como una comunidad. Creemos en el arte, en la cultura y en el impacto positivo que tienen en la sociedad. Ver cómo un concierto une generaciones —niños, jóvenes, adultos, personas mayores— es algo muy poderoso.
Y además, llevar la lengua hispana a lugares donde no se habla español, como Nueva Zelanda o Australia, también es parte de esa misión. Ese tipo de intercambio cultural, de conexión humana a través de la música, me hace sentir que soy un agente de cambio. Para mí, eso es la felicidad máxima.
Totalmente de acuerdo, y te felicito sinceramente por todos los logros que has obtenido y los que seguramente seguirás alcanzando en este camino de crecimiento musical en el que estás. ¿Crees que en algún momento te tendremos por Perú?
También, pues ojalá que sí. Hay una canción de huayno que está inspirada en el huayno del Perú. Es una pieza instrumental que compuse porque, además, mi familia tiene raíces andinas: mi padre es chileno y viene de la Cordillera de los Andes. Y quería conectar con esa parte de mí, con esa música trascendental, instrumental, con esa fuerza de vida que nace de la cordillera.
Así que sí, espero poder ir a Perú. Teníamos previsto un concierto en Lima, que estamos terminando de coordinar para poder hacerlo realidad. Me encantaría, sería un sueño para mí ir a Perú.
Por ahora vamos a ir a México, como parte de la gira por América Latina. También queremos ir a Colombia, y ojalá pronto a Perú.
Claro, sería genial. Nosotros estamos felices de tenerte aquí y muy orgullosos de todo lo que haces con tu música. ¿Cómo crees que tu música refleja tu crecimiento personal y artístico? ¿Qué cambios has notado en ti misma a medida que has ido evolucionando a lo largo de este tiempo?
Sí, creo que eso se ve muy reflejado en mi caso. Yo decidí, personalmente, no firmar con una disquera grande. Me lo propusieron, pero elegí tomar un camino diferente, el de una artista independiente. Lo hice justamente para poder ser siempre sincera con mis composiciones, con mi arte, y no enfocarme únicamente en vender masivamente.
Creo que es importante tener ese compromiso con uno mismo, mantener una conciencia en la que mente, cuerpo y alma estén alineados. De verdad, le deseo a todos los seres humanos que puedan dedicarse a lo que les apasiona, que puedan compartir los valores que sienten en la vida y llevarlos a su cotidianidad.
Para mí, mis discos reflejan mi manera de pensar, mi filosofía de vida, el momento que estoy viviendo. Cuando digo “la vida hay que vivirla”, lo digo con razón: porque a veces, cuando encendemos la televisión, encontramos mil motivos para deprimirnos. Por eso, creo que hay que vivir con positividad.
Y cuando trato de describir con pocas palabras lo hermoso que se siente vivir la vida así, me refiero a que muchas veces son las cosas sencillas las que realmente nos hacen felices. Es una filosofía, una manera de compartir lo que siento, como artista y como ser humano, simplemente aquí en esta tierra, intentando humildemente dejar plasmados en una canción algunos pensamientos, algunas reflexiones.
Y espero que al compartirlas con ustedes, también les ayuden a transitar este camino de la vida de una forma bonita, luminosa, con amor y con mucho cariño.
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