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  • Álbum “HIT ME HARD AND SOFT” (2024) de Billie Eilish [RESEÑA]

Billie Eilish ha vuelto con un álbum que no solo confirma su evolución artística, sino que también reconfigura su lugar en el universo del pop alternativo. HIT ME HARD AND SOFT, su tercer trabajo de estudio, es un viaje de diez canciones donde la vulnerabilidad, la obsesión, el deseo y el desamor se entrelazan en un collage sonoro íntimo, experimental y profundamente emocional. De la mano de su hermano y productor habitual, Finneas, Eilish nos presenta su obra más cohesionada hasta la fecha, sin sencillos pre-lanzamiento, apostando por una experiencia auditiva integral. Y funciona. Vaya si funciona.

El álbum se inaugura con ‘SKINNY’, una balada acústica que retoma el tono confesional de Happier Than Ever, pero con una madurez distinta. La canción desmonta la idealización de la delgadez como sinónimo de felicidad (“People say I look happy / Just because I got skinny”), y lo hace desde una voz que parece cantar desde lo profundo de una habitación vacía. La producción es minimalista, pero la carga emocional es apabullante.

‘LUNCH’ es una explosión de deseo y descubrimiento. Con una línea de bajo pegajosa y una letra tan directa como juguetona, Eilish abraza abiertamente su atracción por una mujer con una frescura pop que recuerda a su debut, pero sin perder su sello íntimo y mordaz. Le sigue ‘CHIHIRO’, un tema que evoluciona desde lo etéreo hasta el trance hipnótico, tomando su título de la protagonista de Spirited Away y jugando con la idea de puertas emocionales que se abren y se cierran.

‘BIRDS OF A FEATHER’, quizás el momento más romántico del álbum, es también uno de los más conmovedores. Su melodía melancólica y su lírica sobre el deseo de compartir la vida —y la muerte— con alguien, evocan la fragilidad de los amores jóvenes y eternos. Es pop nostálgico de la mejor especie.

‘WILDFLOWER’ y ‘THE GREATEST’ forman una dupla emocionalmente demoledora. La primera navega por los celos y la inseguridad con una belleza instrumental que recuerda al soft rock de los 70, mientras que la segunda es, posiblemente, la mejor interpretación vocal de Eilish hasta ahora. Con un crescendo orquestal, se convierte en una súplica desesperada que termina aceptando la amarga verdad del desamor.

‘L’AMOUR DE MA VIE’ empieza como una canción de ruptura tranquila, pero da un giro inesperado hacia una sección electrónica que casi parece burlarse del dolor amoroso. ‘THE DINER’, por otro lado, es el tema más oscuro y teatral del disco, donde Billie adopta la perspectiva de una acosadora con un humor retorcido que recuerda a la Eilish más macabra de sus inicios.

‘BITTERSUITE’ y ‘BLUE’ cierran el álbum en una nota introspectiva. La primera transita entre estilos con fluidez, mientras que Blue funciona como un epílogo confesional que reúne motivos líricos del álbum y fragmentos melódicos de otras canciones, dejando al oyente en un estado de reflexión casi silenciosa.

En lo sonoro, HIT ME HARD AND SOFT es un ejercicio de contrastes. Finneas sigue demostrando por qué es uno de los productores más versátiles de su generación, construyendo atmósferas que nunca abruman la voz de Billie, sino que la enmarcan como lo más importante. Desde cuartetos de cuerdas hasta sintetizadores agresivos, cada capa está al servicio del relato emocional.

Apreciación:

Como fan y oyente, HIT ME HARD AND SOFT me atravesó como una confesión inesperada. Cada canción parece susurrarte algo que ya sabías pero no habías podido nombrar. Aunque hay momentos oscuros, lo que más me ha quedado es su honestidad brutal y su capacidad para encontrar belleza en la confusión. Y si bien el álbum tiene muchos puntos altos, debo decir que ‘BIRDS OF A FEATHER’ es, sin duda, la canción más bella del disco. Hay una sinceridad casi infantil en querer estar con alguien incluso después de la muerte, y Billie lo canta con una dulzura y melancolía que me rompió el corazón. Es una pieza perfecta de pop emocional que me hizo pensar en lo frágiles y valientes que podemos ser al amar. Pero también me encantaron ‘CHIHIRO’ por su atmósfera hipnótica, ‘LUNCH’ por su descaro juguetón y ‘THE GREATEST’ por esa intensidad vocal que se clava en el pecho. Este álbum no solo me golpeó fuerte y suave: me acompañó mientras sanaba.

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