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  • Álbum “A LA SALA” (2024) de Khruangbin [RESEÑA]

En su cuarto álbum de estudio titulado “A LA SALA”, Khruangbin vuelve a su identidad instrumental y a las influencias sonoras de lo multicultural. Con estilos como el funk, el R&B y el rock psicodélico de los sesenta, el trío originario de Houston, Texas, toma un acercamiento mucho más minimalista a sus sesiones de estudio. Más allá de la psicodelia recargada en “Mordechai”, “A LA SALA” es una indicación de infancia—tal como la bajista Laura Lee Ochoa menciona sobre el título, el cual se refiere a una vieja instrucción para reunir a su familia en la sala— es una invitación a un interior que provee de vocales susurradas y suaves, líneas de bajo consistentes y guitarras con un sonido retro.

Como es de esperarse de un disco de Khruangbin, el trío hace un recorrido lingüístico a través de sus títulos de canciones, desde inglés, español, portugués y francés, éstos plantean un camino polígloto en el que algunas frases toman protagonismo, como es el caso de ‘Todavía Viva’ en el que se oye una reflexión críptica sobre el pasado y sus escrituras: “un aviso del pasado, la premonición, la amonestación”. A pesar de estas guías paratextuales, los títulos no indican realmente las direcciones líricas, ni musicales que los tracks tomarán. Más bien, los tejanos se enfocan en la escucha de una instrumentación alejada de lo digital y mecanizado, por lo que crean momentos de festejo como en ‘Hold me Up (Thank You)’, una canción que nos sitúa en un instante de danza familiar que se potencia con el coro “Thank your sister, thank your brother / thank your auntie, thank your uncle, / thank your father thank your mother.” Este mismo beat bailable ejecutado por Donald “DJ” Johnson  se halla en ‘Pon Pón, una canción con influencias de la música popular brasileña, la cual  ilustra perfectamente un abrir la pista desde la cercanía sensual, reflejada en el contraste de los susurros de la voz femenina y masculina.

Si nos fijamos atentamente en la portada, el álbum traza una línea entre un escenario doméstico y un exterior vivo. Este afuera es capturado mediante las grabaciones de campo del guitarrista Mark “Marko” Speer, quien incorpora en canciones como ‘Fifteen Fifty-Three’, ‘Ada Jean’ y el segundo single ‘May Ninth’, sonidos de la naturaleza para crear un escenario idílico para la reflexión y la privacidad de la mente, donde las memorias pueden ser sacudidas por la lluvia o el viento.

La música de “A LA SALA” se queda ahí, en ese espacio familiar y conocido, representando esa esencia de multiculturalidad de la banda y, en ocasiones, sale para dar cuenta de los alrededores naturales; no obstante, nos gustaría imaginar qué otras direcciones puede tomar Khruangbin más allá de oscilar en esa etiqueta de “música del mundo”.  

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