Siempre es un placer presenciar un concierto en Costa 21 y, aunque sea criticado por su ubicación y espacio, nadie puede negar que grandes artistas han dejado una huella en este escenario.

Hace 2 años, el 22 de diciembre de 2023, recuerdo haber visto un poco del concierto de Mora desde un parque. Nunca imaginé que, dos años después, estaría redactando una crónica sobre su explosivo concierto en Lima.

El espectáculo empezó a las 9:06 p. m., entre gritos, saltos, cervezas y cigarros. ‘LO MISMO DE SIEMPRE’ fue la primera canción que hizo vibrar y retumbar al público. Y lo digo tanto en sentido metafórico como literal, porque los altavoces eran demasiado potentes, que hasta mi pantalón vibraba. Gabriel —o MORA— apareció tras una especie de rejas mientras entonaba la primera de las 28 canciones de esa noche. Las llamas que acompañaban el escenario te hacían pensar: “esta noche será electrizante”.

Con ‘BANDIDA’ el público enloqueció. MORA, con un vaso rojo en mano admiraba a la multitud mientras, en un abrir y cerrar de ojos, una ola humana se acercaba cada vez más al escenario y los celulares iluminaban el lugar. Debo hacer un paréntesis, te guste o no el reggaetón, es inevitable no contagiarse de energía y dejar que el cuerpo se deje llevar por la euforia del momento. Volviendo al show, lo más emocionante de los conciertos —más allá de ver al artista— es observar el lenguaje corporal y las actitudes del público. Ya iba en la octava canción y miles de amigos y parejas se abrazaban mientras saltaban; otros lloraban por la emoción o recordando algún momento de sus vidas al decir “¡Esa no!.

Lo que hace a un concierto memorable es la dinámica entre el artista y el público. Por más breve que sea esta charla, saber que el artista que está frente tuyo siente la necesidad de entablar una conversación es emocionante, y este show no fue la excepción. Durante muchas canciones, MORA recorría la pasarela, hacía una pausa y lanzaba un comentario relacionado a una canción. Esto ocurrió en ‘512’, probablemente una de las canciones más esperadas de la noche: “¿Qué hora es? Aún es temprano, pueden llegar después de las 12”, dijo el artista, desatando la euforia en miles de peruanos.

Y si el público pensaba que la única interacción que tendrían con el artista sería mediante esta pequeña conversación, estaban equivocados. Durante ‘Ia’ el puertoriqueño bajó del escenario y una pasión incontenible se apoderó de miles de fans. La multitud corrió con toda su energía hacia el lado izquierdo del recinto, donde MORA saludaba velozmente a los fanáticos mientras se dirigía al backstage. El personal de seguridad tuvo que actuar rápido y cerrar el pasillo que llevaba al camerino, o miles de chicos habrían intentado seguirlo.

Nos acercamos al final del concierto: los fuegos artificiales pintan el cielo del malecón, algunas latas de cerveza cubren el piso y miles de baterías de celulares se encuentran agonizando. De esta manera MORA se despide del público, flameando la bandera peruana para luego colocarla sobre su espalda.

Esa noche muchos sueños se cumplieron. Todos dejaron la garganta en Costa 21 y, a pesar de los 18 grados que cubrían Lima, el calor y furor del reggaeton se apoderaron de la capital, dejando al público peruano queriendo más y a mí, con muchas memorias por contar.