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  • Álbum “viagr aboys” de Viagra Boys [RESEÑA]

El 25 de abril se lanzó el nuevo álbum de Viagra Boys, banda sueca que ya lleva una década de humor y desenfreno en los escenarios. Con experiencia de sobra en grandes festivales, como Glastonbury y Coachella, y en giras conjuntas con titanes del rock como Queens of the Stone Age, vuelven al estudio para crear un LP digno de atención en este año lleno de grandes propuestas musicales.

A pesar de ser una banda originaria del país escandinavo, la música de Viagra Boys es uno de los mejores diagnósticos sociopolíticos de Estados Unidos. Sebastian Murphy, el vocalista y principal liricista de la banda, es oriundo de San Francisco, por lo cual conoce no solo el ecosistema virtual de su país natal, sino también el más vivencial y convulso de su patria. En álbumes como Welfare Jazz y, sobre todo, en Cave World ya plasmó su expresión satírica y punzante de lo que considera el panorama político norteamericano. Ahora, en este nuevo álbum “homónimo”, viagr aboys, enfoca sus burlas y críticas, conscientemente o no, a la sociedad estadounidense en pleno capitalismo tardío. Pero no nos confundamos: el álbum no es nada serio ni pretencioso. Todo lo contrario: es satírico y directo. Es una joda, una burla, un acto de puro desenfado. Ese es el ADN de la banda, pero siempre con un carácter reflexivo latente.

En lo instrumental, la vena dance punk es la que más resalta. Es práctica, es pegajosa, es dinámica. Las guitarras mantienen ese sello propio del garage rock y la sección rítmica es groovy sin llegar a ser acelerada. Pero el factor x de la banda definitivamente radica en el uso de esos instrumentos de viento, como el saxofón, la flauta y el clarinete. Le dan ese toque más sofisticado y enigmático que cambia el tono de la canción, en muchos casos. Sin embargo, todas estas ideas y maneras de ejecutar cada canción terminan siendo irregulares a lo largo del disco.

Inician su álbum con ‘Man Made of Meat’, una canción que representa el ethos garajero de la banda: versos prácticamente hablados, un coro melódico y una actitud bufonesca. Es también la canción que apunta con mayor ahínco a la sociedad occidental sumergida en un ambiente virtual anónimo y deshumanizado, y en un mundo real que fomenta los enfrentamientos y la categorización superficial. ¿Describe todo esto en metáforas estilizadas y poéticas? No. Lo hace mencionando burlona y crudamente a los protagonistas de esta realidad distópica y burda: frikis con sobrepeso, personas que toman agua con sabor a hot dog (?), gymbros narcisistas y muchos más personajes pintorescos. El protagonista de la narración es un “hombre de carne y hueso”, un sujeto más, simple y práctico que está al borde de la locura al ver el panorama circense que existe en Estados Unidos.

Esta experiencia repulsiva, que genuinamente experimentó el frontman al frecuentar Wallmarts durante una gira en Estados Unidos, se retoma, con sus matices y versiones, en más canciones del disco. En ‘The Bog Body’ se aborda este deseo de la preservación física, del terror al envejecimiento y la pérdida de la belleza hedonista. En ‘Dirty Boyz’, tocan el tema del temor a las pandillas de desadaptados y personas sin techo, ambiente propio de las grandes y convulsas urbes estadounidenses. Lo curioso de esta canción es que el personaje completa su transformación a un marginado al renunciar a su trabajo, lo único que lo mantenía ligado a un orden interno de vida.

Los puntos más altos del disco llegan en la sección central . ‘Pyramid of Health’, ‘Waterboy’ y, sobre todo, ‘Medicine for Horses’ son los temas cumbres. El primero es un tema mucho más contenido, más calmo y con un toque electrónico gracias a un interesante uso del sintetizador. De nuevo, las referencias a personajes del mundillo trendy reaparecen. En este caso, los reflectores de la canción apuntan a los gurús espirituales de redes sociales. Esos sujetos propios del new age que prometen una vida plena a cambio de seguir métodos ridículos que, en ciertos casos, llegan a costar mucha plata. En una sociedad donde la ciencia y la medicina son cuestionadas por conspiranoicos de toda calaña, este nuevo tipo de influencer espiritual cobra relevancia. La canción encapsula muy bien el carácter cultista y surreal de “La Pirámide de la Salud”, y permite un clímax de locura psicodélica llena de medicina alternativa, como si se tratara de un film turbio de Ari Aster.

Con ‘Waterboy’ tenemos realidad pura y dura. Nuevamente se repite la fórmula de post-punk más electrónico gracias a ese bajo y sintetizador que marcan adecuadamente el tono. Esta vez ya no tenemos psicodelia, sino el retrato (o autorretrato) del asalariado que vive a las justas, en medio de la inmundicia y la decrepitud. Este pasaje del álbum se relaciona a las experiencias más autodestructivas de Sebastian, otrora drogadicto de vida altamente convulsa. La banda trabaja esta canción con otra piel, sin intención de ser burlones. Se siente mucho más la reflexión y la autoconciencia del narrador al estar inmerso en una vorágine de excesos que, como dice el coro, tarde o temprano terminará matándolo.

Sin embargo, el peak del álbum definitivamente es ‘Medicine for Horses’. Depresión, melancolía y el deseo de redención se apoderan de Sebastian Murphy para regalarnos una de sus canciones mejor escritas. La canción es desoladora, como si se tratara de un monólogo interno del BoJack Horseman más derrotado posible. A pesar de ser la canción que antecede a ‘Waterboy’, siento que esta es la síntesis, el desenlace de este personaje que aparece a lo largo del disco buscando algún tipo de salvavidas que lo ubique en una vida provechosa, pero que las propias actitudes de autosabotaje y de depresión terminan por mermar toda opción de tranquilidad. “Life is hard, and it’s harder when you like it hard”. El vínculo con Estados Unidos se expresa agridulce, como no podría ser de otra forma, a través de esta imagen de “las grandes llanuras de Norteamérica”. La nación de la libertad y el éxito se convierte, también, en la del exceso y la alienación, elementos cruciales para entender la pena de nuestro narrador. Esta tristeza queda perfectamente registrada a nivel instrumental en el track, con el tempo lento necesario, la trompeta desorientada y la voz femenina nostálgica. ¿Existe redención para esta voz resignada? Quizá. En una generación donde se pierde el valor por la vida y el cuerpo, elementos invaluables como el líquido encefalorraquídeo se convierten en items comerciables en un mercado insensible. Darle este fluido espinal a un niño, con toda la ganancia económica que ello supondría para el pequeño, podría ser el único aporte, la única gracia que podría brindar el desdichado en este plano terrenal. Esa imagen potente de la sociedad es la que queda plasmada como mensaje total en la canción y el álbum.

Lamentablemente, no todo termina siendo superlativo en este álbum, ya que luego se tiene una seguidilla de temas bastante mediocres que rompen con el involucramiento emocional que pude tener como oyente. A principios del álbum ya tuvimos una canción, por lo menos curiosa, con Uno II, en donde se escribe desde la perspectiva de un perro que va al veterinario. Podrá ser muy pintoresca, pero carece de profundidad y tiene la mala suerte de estar rodeada de temas que plantean historias mucho más sólidas. Justamente por eso se torna más sosa la experiencia en el último cuarto de álbum. Desde el octavo tema en adelante, la experiencia reflexiva y jocosa que habían creado se desvanece y todo se torna más lineal.

‘Store Policy’ se siente rebelde y directa, pero, al mismo tiempo, parece un retroceso en tonalidad. Ya se dijo que la sátira y la burla son parte transversal de todas las canciones, pero hasta ahora se había trabajado con más finura en cada tema. En esta canción se siente, más bien, como un intento gratuito de querer ser edgy en referencia a lo que no se debe hacer en una tienda por departamento. You ‘N33d Me’ es, de igual manera, otra canción que solo busca generar “polémica” o, por lo menos, ser controvertida. Contrasta mucho con la exploración personal e interna del narrador, con todas las facetas difíciles y negativas que tiene. En este caso, todo se centra en el ego, en la capacidad de atraer miradas. No hay mayor comentario al respecto. Es la canción del borracho pesado que busca molestar sin alicientes, sin realmente llegar a impresionar o causar gracia. ‘Best in Show pt. IV’ se siente como el delirio febril del álbum. Inicia como un crescendo que te hace desear una resolución que nunca aparece. Termina siendo decepcionante porque, en cierta manera, planteaba un inicio interesante que se diluye muy rápido. Las voces, los sintetizadores, las guitarras, todo en general se siente más vertiginoso sin un propósito justificable.

Cuando todo parecía indicar que el álbum terminaría de la peor manera, llega ‘River King’ para salvar medianamente la experiencia. Esta balada no es necesariamente una pieza destacable. Es una balada bonita que se siente muy emocionalmente honesta. Lo que mejor queda es esta ambientación propia de un restaurante, lo cual juega con la noción de cercanía, de cotidianeidad. Maneja muy bien esta nostalgia de extrañar ese amor juvenil, los videojuegos y el restaurante barato de confianza. En general, es una fotografía de los buenos tiempos de juventud, de tranquilidad y sencillez. A pesar del bajón de la última parte del álbum, termina siendo un final cálido que logra sacar una sonrisa.

Apreciación:

En suma, estamos ante un álbum mucho más maduro de Viagra Boys, con temas que tranquilamente podrían estar entre el top de mejores canciones de la banda, y también con otros que podrían haber sido quitados del corte final. Los puntos fuertes definitivamente pertenecen a las partes en donde hay más madurez, reflexión y honestidad. La banda, especialmente Sebastian Murphy, logran definir en su característico post-punk ácido sus visiones acerca de la sociedad crónicamente online de Occidente y también sus reflexiones de vida al estar a mitad de los 30. Sin embargo, generan un ambiente anticlimático al mantener canciones en donde se quiere mostrar este espíritu rebelde y transgresor que ya no combina bien con la etapa como músicos en la que están.

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