anagarcia: “El arte es precioso, pero yo no quiero ponerme a hacer obras de arte preciosas” [ENTREVISTA]

Saltando de la pintura a la música, Harrison Deller se convierte en anagarcia para compartir su nuevo proyecto de arte y expresión con el público. De forma directa y brutalmente honesta, sus dos singles ‘Ordinary Doubts’ y ‘Asesina’ anticipan algo de lo que conoceremos el 14 de marzo con el lanzamiento de su álbum debut Hari Hari Hari.

Harrisson Deller nació en Ecuador. Desde sus 20 años se ha dedicado a la pintura, donde encontró su refugio y su forma de hacer catarsis respecto a todas sus emociones, haciendo numerosas exposiciones de sus obras. 

Si bien lleva tiempo haciendo música para sus amigos y su círculo más íntimo, recién en Noviembre decidió publicar su primer single ‘Ordinary Doubts’ para compartirlo a nivel público y comenzar a navegar en una nueva forma de expresar todo aquello que lleva adentro, tomando el nombre de anagarcia

Con un sonido bien indie latino, con influencias de géneros nostálgicos pero aún vigentes como el shoegaze, tanto este single como el siguiente, ‘Asesina’, revelan su naturaleza cruda, personal, sincera y de emociones muy complejas y fuertes a las que no teme. En ‘Asesina’, le canta al amor intenso y a aquellas vulnerabilidades y contradicciones a las que nos expone sentirlo. 

Hablamos con Harrison de sus necesidades expresivas, procesos creativos y todo lo que acarrea su nuevo comienzo en esta entrevista. 

¿Por qué elegiste este nombre para tu proyecto, qué representa?

Hace poco me di cuenta, pero medio que siempre lo sabía, que algo que me atraía mucho, especialmente de artistas – yo soy principalmente pintor, o sea, eso es mi carrera-, es que todos los artistas que me llamaban la atención, desde músicos a poetas y pintores, muchas veces eran personas que en su vida vivieron múltiples y diferentes fases, identidades. 

Y la verdad, cuando se me ocurrió el nombre anagarcia pensé en dos cosas: quería que sea un homenaje al anonimato, como una especie de nombre que podría estar en cualquier lado, y podrías encontrarte con cualquier persona que tenga ese nombre de pura coincidencia, o solo por inercia. Por ejemplo, te doy una historia. La primera vez que hablé con Symphonic, la disquera, me dijo la chica que me contactó: “Cuando escuché tu música,  estaba al lado de una amiga que se llama Ana García”. Entonces fue como “Ajá, ese es el ejemplo que necesito” y por eso lo digo.

Entonces ahora lo entiendo más y tiene mucho que ver con cómo los nombres van tomando forma y creando un historial, una mitología propia por tantas fuentes que no tienen nada que ver con el arte en sí, por ejemplo, redes sociales. Yo he estado haciendo música por una buena cantidad de tiempo, pero lo de Ana es marcar un punto de antes y después. Cuando decidí lo de Ana, lo puse como mi nombre en Instagram y pensando “¿Qué va a generar esto?” Y ahora he tenido muchas reflexiones que me hacen entender que parte de ser un ser humano y parte de ser un artista es como ser un espejo para muchas cosas que quizás la gente no quiere ver, o no quiere entender dentro de sí mismos y dentro de otros.

Ahora entiendo que, más allá de ser el nombre del proyecto musical—que me gusta más como nombre de mi proyecto musical que como algo más aterrizado— me gusta también como un aspecto de mí que puedo explorar continuamente y que puedo ir desarrollando. 

Y para finalizar aquí, lo que he entendido con Ana es que mucho del arte es un proceso de vulnerabilidad. Yo creo que, especialmente con la música, tanto ya que estás escribiendo y estás poniendo tus palabras, pensamientos, corazón, voz, etcétera, ahí en un audio, creo que hay tanto margen como para que te expongas ante la gente, y a veces eso da… en Ecuador tenemos la palabra chuchaqui, resaca. Resaca. Gran palabra, suena exactamente como lo que es.

Y sí, yo me di cuenta hace poco que la razón que escogí Ana García, aparte de este homenaje al anonimato y al hecho de que contenemos multitudes, es porque era una manera de hiper vulnerabilizarme. Y sí, me está ayudando a entender más y más mi trabajo en general. Esa idea.

¿Lo relacionás a una parte nueva de tu identidad que estás descubriendo, más allá del nombre artístico, digamos? Más allá de presentarlo de otra manera distinta a cuando pintás.

Sí, o es cómo tu identidad, o identidades se van transformando en base a las experiencias que tienes, la gente a tu alrededor, tu entorno, cómo pasas tu tiempo. Al final del día es aterradora la cantidad de cosas que pasan en una pantalla. Creo que incluso algo tan puntual como qué tipo de contenido recibes en tu celular es algo que te afecta muchísimo y te asimila mucho. 

Tu arte en general y tu música tiene una carga emocional que es fuerte. Es muy catártica, incluso emocionalmente cruda. 

Sí, sí, sí. Me gusta lo crudo. No me gusta lo refinado. Nunca me ha gustado lo refinado. 

Me encanta poder ser un vehículo con mi arte a través del cual puedo plasmar momentos, como snapshots psicológicos de un momento que existe en alguna especie de espacio entre varios otros espacios. Justo estaba pensando en esto. Los surrealistas tenían esta obsesión con ser grabadoras, que su práctica artística fuera volverse una grabadora y constantemente manifestar la experiencia. 

Entonces, mi proceso creativo… la verdad, apenas me pongo a pensar, la erro. No me sale lo que estoy buscando o no me sale algo que siento que sea sincero, pero es algo que me ha enseñado la pintura. La pintura ha desarrollado la manera en que escribo ahora, porque cuando empecé a escribir me sentaba y escribía canciones, y ahora no tiene nada que ver con eso. Ahora es mucho más sobre encontrar momentos donde puedo sentirme lo suficientemente preciso como para encontrar ese momento y llegar a él en el mismo plano. 

¿Dirías que tus procesos creativos están interconectados, o quizás son siempre dos caras de la misma moneda?

Sí, todo es espontáneo y todo es improvisación. Todo es improvisación. 

Siempre hablo con mi mamá, que es una persona que admiro y amo por millones de razones. Tiene una mano virtuosa, aparte zurda, y escribe hermoso. Como si te diera un regalito, sale demasiado hermoso. Tiene aparte un gran ojo para la moda y muchas cosas muy artísticas. El otro día hablaba con ella y me dijo “mi miedo más grande es un lienzo en blanco, un lienzo en blanco sin nada”. 

Ese es mi maldito papayal donde me revuelco y puedo pasar horas. Y es por tratar de quitarle la pretensión de ser precioso al arte. El arte es precioso, pero yo no quiero ponerme a hacer obras de arte preciosas. Si algún día llegan a hacer eso, qué bueno, pero en el proceso nunca puedo enfocarme en eso. Tienen que ser honestas.

Tu proceso es más bien espontáneo, pero ¿tenés una receta de cómo funciona, o funciona distinto por cada pieza que creás?

Tengo una gran habilidad de entender cuando me siento particularmente sensible o vulnerable, o si sientes una emoción fuerte o te pasa, te sucede algo que te hace reflexionar. Esos son grandes momentos para mí. 

Mi receta es bien simple: grabo todo en notas de voz en el celular, tengo billones. Por suerte aprendí a usar iCloud y recuperé un montón, ¡me cambió la vida! Y saco alguna progresión en la guitarra, algo súper simple y rudimentario, y me pongo a cantar cualquier cosa. Y de ahí, si me gusta, lo sigo desarrollando muchísimo.

Muchas veces no me gusta lo que sale, pero cuando me gusta algo lo escucho varias veces y voy entendiendo cómo estructurar la canción, y edito la letra muy poquito, sin quitarle la esencia, pero que haga sentido

Lo que más me gusta de este proceso con la música es que soy yo activamente, pero es mi subconsciente el que está hablando. La voz es de mi subconsciente. Hay veces que yo no entiendo qué quiero decir con mis canciones, pero de ahí en dos semanas me está pasando todo lo que me estaba contando la canción.

¿Qué experiencias o historias te están inspirando últimamente?

La verdad, lo más lindo que me ha dado el arte, que lo encontré específicamente de una manera potente a través de la pintura, es que te permite la disposición para encontrar belleza, o quizás no belleza, pero significado, valor en las cosas a las que la gente ya no le encuentra ningún punto, ni razón, ni belleza, y a mí me encanta eso porque me permite siempre estar buscando algo y no conformarme. 

Tu sonido remite a la nostalgia, tiene mucha influencia de shoegaze y synth-pop. ¿Cómo lo construiste?

Fue un proceso súper orgánico. Trabajo con dos amigos que están produciendo los dos próximos álbumes, este y el siguiente que estoy haciendo. Se llaman Mauro Samaniego, para mí el mejor cantautor ecuatoriano de ahora y de hace un buen rato, y otro gran artista y amigo ecuatoriano, Tomás Vallejo. El proceso empezó cuando empezamos a grabar, yo les enseñaba las canciones en la guitarra, e íbamos viendo diferentes referencias que nos parecía que hacían sentido, y jugando con distintos arreglos. 

Por mucho tiempo, mi música fue algo que solo hacía para mí, para gente muy, muy particular en mi vida. Nunca tuve mucho contacto con gente que me pueda dar una respuesta apta al momento, el tiempo y la condición, acerca de si tenía algo ahí o no. Yo lo hacía porque me nace hacer arte y me nace expresarme de todas las maneras.

¿Cómo reacciona el público a tu nuevo proyecto? ¿Hay algo en esta respuesta que te sorprenda? 

Es genial, siento que va súper bien. El otro día toqué en un café, solo acústico, las canciones como las describí al principio, antes de entrar en el proceso de la producción donde tienes una cosa y no sabes qué se puede volver con el proceso de la producción, es una locura.

Fue muy hermoso porque sentí mucha presencia de la gente que estaba escuchando, eran muy pocos y era un grupo de gente cercana, pero realmente se sentía como una situación donde las canciones funcionaban bien juntas y hacían una buena narrativa, y siento que la emoción, la sentimentalidad -que es lo más importante para mí de cualquier expresión que haga yo, por lo menos en este momento de mi vida- se tradujo bastante bien al público y el público reaccionó de tal manera. 

De ahí, toqué en Ecuador, di dos conciertos y fue súper divertido, solo recibí buenos comentarios,  y a la misma vez siento que me encontré y me descubrí yo mismo en este proceso, especialmente en el acto de performar, que para mí siempre ha sido muy importante en toda mi práctica creativa más allá de la música.

¿Qué proyectos tenés para este 2025? ¿Qué más te gustaría explorar?

El 14 de marzo va a salir otro single, y antes de eso, creo que en febrero… ¡wow, ya mismo es febrero! Qué miedo el tiempo. De eso se trata mi música por si acaso, “qué miedo el tiempo”.

El 4 de abril sale todo el primer álbum, que se llama Hari Hari Hari, lo elegí porque me encanta la idea de jugar con los nombres con el proyecto de Ana. Mis amigos americanos que no pueden pronunciar la R me dicen Hari y me gusta porque es como los cantos de los Hare Krishna, si escuchas o ves escrito eso parece algo que hace referencia a ellos, pero nada que ver, es sólo mis amigos gringos sin poder hacer la R. 

El próximo álbum en el que estoy trabajando va a ser bastante más explorativo y se llama Rey Marciano, el nombre del padre de un gran amigo es Reinaldo Marciano, le tuve que llamar y pedir permiso para usar su nombre. Él es un doctor fantástico y súper serio. Estoy trabajando en eso actualmente y a la misma vez estoy indagando en distintas maneras de hacer música.

Siempre he estado muy enamorado del folk, un tipo tocando guitarra y cantando sobre lo que siente en el mundo, siento también la capacidad de explorar distintas avenidas para expresar el tipo de arte que he logrado manifestar en la música a través de la escritura.

Lo lindo es que yo no creo que se acabe nunca mi práctica artística, porque esa experiencia, esa acumulación de sentimientos y emociones se traduce después, entonces estoy en eso: viviendo, grabando, feliz, feliz y constantemente haciendo arte, que para mí es la razón por lo que lo hago al final del día: para hacerlo todo el tiempo.

Esto te puede interesar

Utilizamos cookies para personalizar la experiencia de nuestros lectores.    Más información
Privacidad